Estamos llegando al final del 2016 y el cine dominicano continúa a toda marcha estrenando nuevos filmes de diversos géneros (es decir, que no todos son comedias). La más reciente de estas producciones es CUENTAS POR COBRAR, película del cineasta Ronni Castillo en el que se mezclan los géneros del drama social con los de aventura y acción. Desde que tuve la oportunidad de verla fui al cine porque estaba muy interesado en el trabajo más reciente de Castillo y el talentoso equipo con el que realizó este proyecto. Digamos que el resultado final me ha dado mucho que pensar.
Esta es la historia de Aquiles, un hombre que sale de la cárcel después de cumplir una condena de diez años y que ahora intenta redimir su vida con un trabajo digno, pero la enfermedad de su hijo lo obliga a hacer un trabajo para el Francés, un vicioso usurero que opera el Mercado Nuevo a su manera. Todo sale mal y el camino de Aquiles se cruza con el de Efraín, un policía digno con su propio pasado trágico, y ante los dos se presenta un largo y peligroso camino.
CUENTAS POR COBRAR cuenta con un excelente equipo, tanto delante como detrás de cámara, que incluye a Peyi Guzmán ( ¿QUIÉN MANDA?, UN PASAJE DE IDA, PERICO RIPIAO, etc.) y Juanjo Cid (NANA, ALGÚN LUGAR, etc.) en edición, ambos artistas que han demostrado su talento en otros proyectos y que aquí, en general, logran un buen trabajo. El mayor problema en este aspecto es que no se interpreta bien el paso del tiempo en ciertas situaciones, un desliz que se nota especialmente en el tiempo que le toma a unos personajes en llegar de un punto del país a otro.
El concepto original del filme también es muy interesante e intenta mostrar algunas situaciones de corte social que refleja la vida diaria de muchos individuos en nuestra sociedad. A pesar de esto era necesario trabajar más el guión del filme, porque esta es una trama que desafortunadamente tiene muchas lagunas. Por ejemplo, las motivaciones de algunos personajes se sienten muy forzadas, hay situaciones que el guión no justifica de una manera satisfactoria y a veces la película va de un tono dramático a uno cómico de manera tan aleatoria que le resta sentido a lo que ocurre en la pantalla. Otro desacierto del guión es la manera obvia y torpe en que trata los temas que quiere expresar. Si, por ejemplo, un personaje habla sobre como su vida ha sido impactada de manera negativa por no haber recibido una buena educación, no es necesario que en el fondo de la pantalla se vean cuatro niños con sus uniformes del colegio.
Asimismo, algunas secuencias de acción están bien logradas, pero otras son muy pobres y muy mal realizadas, y solo se puede asumir que estos son los resultados de una falta de mejor planificación de dichas escenas, límites del presupuesto o ambas cosas. Por otro lado, en algunas escenas la musicalización está muy bien, pero en la mayoría de los casos volvemos a un error típico del cine local, escenas en la que la música de fondo compite con el diálogo por protagonismo o no tiene nada que ver con lo que ocurre en la pantalla.
En cuanto a las actuaciones Jalsen Santana (Aquiles) y Richard Douglas (Efraín) se desenvuelven muy bien en sus papeles, pero están limitados por los baches en el guión, esto entorpece el desarrollo de los personajes y no justifica algunas de las decisiones que toman. Asimismo, el resto del elenco hace un trabajo aceptable pero no sobresaliente en sus papeles, excepto por Irvin Alberti cuya interpretación de Emilio, un matón que trabaja para el Francés, no es efectiva ni convincente, especialmente en la manera en que juega con el tono de su voz.
Como ya mencioné anteriormente el concepto de CUENTAS POR COBRAR es muy interesante, pero no es una película que está a la altura del talento del equipo que la creó. Solo se puede esperar que aprendan de esta experiencia y que tengan mejor suerte en su próximo proyecto.