“¿Ya viste ‘House of Cards’?”, me preguntaban mis amigos hace unos años, a lo que yo respondía: “¿Esa no es la serie con Lex Luther y la Princesa Butttercup?”. La verdad es que actualmente se están creando tantas series excelentes que no hay suficiente tiempo para verlas todas, y por eso dejé esta en mi “lista de espera”. Eso fue un gran error. Cuando por fin me puse al día con el show pude comprobar por que todos me la recomendaron, es un programa excelente que no deja de sorprender (y perdí la cuenta de la cantidad de veces que me dejó con la boca abierta por el asombro). Por eso, cuando se estrenó la cuarta temporada, no pasó una semana antes de que viera cada capítulo. También estuve muy motivado a hacerlo porque ahora sé que no es muy saludable ignorar por mucho tiempo a los Underwood.
“House of Cards” es una serie de Netflix que cuenta la historia del congresista estadounidense Frank Underwood (Kevin Spacey) y su esposa Claire (Robin Wright), una pareja que está dispuesta a todo para lograr sus cometidos, ya sea obtener más poder o vengarse de que aquellos que los han traicionado. La serie también muestra como el vertiginoso ascenso político de Frank y Claire afecta, normalmente de manera negativa, a la gente a su alrededor, a nivel profesional y personal.
Para aquellos que no han empezado a ver esta serie, trataré de evitar los SPOILERS. Digamos que este show proporciona un mirada algo exagerada de lo que ocurre “detrás de cámara” en el mundo de la política de Washington, una realidad en la que Frank y su esposa tienen todo “fríamente calculado”. Acuerdos a puerta cerrada, alianzas secretas, formas creativas para lidiar con conflictos de interés , traiciones políticamente correctas o simplemente crudas y violentas, aquí de hay de todo un poco y lo vemos a través de los ojos de los Underwoods y sus allegados. Mejor aún, Frank de vez en cuando rompe la Cuarta Pared, a veces en medio de una conversación con otra persona, para hablar directamente con el espectador y hacer comentarios mordaces que le dan un punto de vista diferente a lo que está ocurriendo.
Aún así, muchas de las revelaciones y traiciones que ocurren en pantalla también lo toman a él por sorpresa y esos momentos realmente son impactantes. Hay que tener claro que, a pesar de lo despiadados que son Frank y Claire, aquí cada personaje hará lo que sea para salir adelante y uno nunca sabe qué esperar.
Uno de los aspectos más sobresalientes de la serie es su gran elenco. Spacey interpreta a un Frank Underwood que en una misma escena pasa de ser gracioso, sagaz, intelectual, ofensivo, manipulador y letal de una manera tan orgánica que realmente da miedo. En cuanto a Robin Wright, no solo interpreta a la perfección a una Claire quien, a pesar de esconder todo su dolor, ira, resentimiento y deseo bajo una elegante superficie, es tan inteligente y mortífera como su esposo. Wright también ha ejercido la labor de directora en varios episodios y en ese aspecto también hace un gran trabajo.
Por cierto, los personajes secundarios de «House of Cards» también son interpretados por increíbles actores, pero el que más ha sobresalido es Michael Kelly como Doug Stamper, el jefe de Personal y mano derecha de Frank Underwood. Doug es una persona exageradamente meticulosa, y a veces obsesiva, que hace lo que sea que le pida Frank con una devoción absoluta. Su viaje a lo largo de la serie ha estado lleno de sacrificios y momentos oscuros.
En cuanto a la historia en sí, cada detalle está muy realizado, desde el ritmo de cada capítulo hasta la manera en que llevan a cabo cada revelación. Eso sí, aunque ayuda tener conocimientos básicos, no hay que ser un experto sobre el tema de la política norteamericana para poder apreciar todas las sutilezas de la trama. El resto de la producción cuenta con un impresionante nivel de calidad, tanto la cinematografía, el montaje, diseño de producción, vestuario, todo está perfecto.
No puedo negar que hasta ahora, para mí las dos primeras temporadas han sido increíbles y una experiencia sin igual. Creo que por eso a mucha gente no le gustó la tercera, porque fue un cambio muy fuerte de tono y ritmo, con los puntos bajos superando a los altos, pero entiendo que era necesaria porque demuestra las consecuencias de las acciones de los Underwood hasta ese punto en la historia.
Aún así, con su cuarta temporada «House of Cards» demuestra que añun le queda mucho pro contar. Además, es increíble cómo empieza de una manera y da a entender que va a seguir la línea de la temporada anterior, pero poco a poco se va tornando en algo superior, más similar al nivel de genialidad que la serie alcanzó en sus inicios, pero sin repetir nada. También corrigió algo que me ha molestado desde hace un tiempo. Aunque se ha demostrado que Claire es tan capaz como Frank, en más de una ocasión en las temporadas anteriores ella se convierte en la causa de muchos de los problemas de esta pareja, ya sea de manera adrede o por accidente, lo que no le hace justicia a la capacidad que se supone que tiene el personaje. Cuando inició esta temporada, parecía que iban a continuar con esta estupidez, pero no. Este dilema lo solucionaron de una manera que tiene sentido dentro del contexto de la historia y ha sido un cambio que enriquece el personaje de Claire.
Ahora queda esperar otro año para ver cómo los Underwood solucionan nuevos dilemas y castigan a viejos enemigos, mientras se meten en más problemas. Sea cual sea el rumbo que Frank y Claire tomen, “House of Cards” sigue siendo una de las joyas del catálogo de Netflix y una experiencia única para el público televisivo. Por cierto, no puedo terminar este texto sin compartir una cita del increíble Frank Underwood, que para mí sirve como un reflejo de la naturaleza del personaje y de la serie en sí: “Amo aquella mujer. La amo tanto como el tiburón ama la sangre”.