Es increíble el poder de la nostalgia y su habilidad de convertir terribles producciones cinematográficas en experiencias agradables solo porque se trata de una película que la pasaban constantemente en la televisión durante la niñez de algún individuo. Esto me pasa con muchas películas, pero el mejor ejemplo de esta situación es “Jaws 3D”, o como a mí me gusta llamarla en mi mente “Jaws 3D: la que termina la saga de Tiburón así la parte 4 no cuenta”.
En esta secuela que nadie pidió y que todos lamentaron (excepto yo, aparentemente) vemos como aparece un nuevo tiburón blanco de gigantescas proporciones (tenía 35 pies de largo, diez pies más que las películas anteriores) que paseaba feliz de la vida buscando comida y un lugar tranquilo en donde podrá dar a luz a su nuevo bebé hasta que se encuentra con un grupo de esquiadores de agua. La futura madre decide perseguirlos porque le apetecía un brunch ligero y rápido pero esto causa que se vea accidentalmente atrapada en el lago artificial del parque temático conocido como SeaWorld. Por desgracia, aquí el pobre escualo se encontrará con la malvada doctora Kathryn Kay Morgan (Bess Armstrong), su esposo Michael “Mike” Brody (Dennis Quaid) y su hermano Sean Brody (John Putch), ambos hijos del asesino de tiburones, Martin Brody (interpretado en las películas anteriores por Roy Scheider, pero quien no aparece aquí porque supo cómo zafarse de un contrato problemático). Ahora el tiburón debe de hacer todo lo posible para salvar su vida y la de su hijo de las malas prácticas de SeaWorld y de la sed de sangre del clan Brody y sus delfines asesinos.
Ok, quizás no es una sinopsis muy honesta pero esa habría sido una película más interesante.
Este filme es dirigido por Joe Alves, cineasta y diseñador de producción que ya era un veterano en la franquicia, ya que junto a Bob Mattey diseñó los tres tiburones utilizados en “Jaws” (1975) y también participó en “Jaws 2” (1978) como diseñador de producción y como director de segunda unidad y esta es una buena oportunidad para iniciar el rumor de que también era representante y astrólogo del tiburón. En realidad, Alves dedicó gran parte de su carrera a trabajar como productor, diseñador de producción, asistente de director, además de otros cargos. “Jaws 3D” es su única película como director y quizás sea mejor así.
El aspecto técnico de esta película es casi inexistente. O quizás no sea justo de mi parte ser tan negativo con mis comentarios y la verdad es que hay que tener cierto nivel de talento para producir algo tan “malo”. A pesar de ser una película “3-D”, los “efectos especiales” de este filme están al nivel de una serie de televisión de la década de los 60 y se nota desde las escenas en que se ve un submarino bajo el agua hasta los intensos primeros planos que hacen a objetos aleatorios para justificar el título de “3-D”.
También hay que hablar sobre las extrañas decisiones que se tomaron en esta producción como la de agregarle un tipo de crujido como efecto de sonido cada vez que el tiburón mordía a una de sus víctimas como si se tratara de un anuncio de un cereal.
O momentos extraños como la escena en que, en plena evacuación de una exposición en el fondo de la laguna, con los pasillos inundándose gracias a una avería causada por el tiburón, en medio del caos un hombre se detiene a preguntar si alguien ha visto su cartera.
La trama en sí no es la gran cosa y su aspecto más interesante no es que el tiburón quede atrapado en SeaWorld con los hijos del archienemigo de su especie, sino que todo lo malo que ocurre en la película, cada tragedia y cada victoria de la malvada criatura (el tiburón, no el director) se debe gracias a todas las decisiones del director del parque, Calvin Bouchard, personaje interpretado por Louis Gossett Jr. como si se tratara de un villano de la serie de Batman de los 60, y aunque no tiene bizarro maquillaje o colorido disfraz como esos estrafalarios antagonistas, él lo compensa con un ridículo acento. En serie, si no es por Bouchard, el problema del tiburón se habría resuelto en la primera media hora y hay por lo menos dos víctimas del tiburón que murieron como resultado directo de sus decisiones.
En realidad, lo mejor de la película es la química entre Dennis Quaid, Bess Armstrong, John Putch y Lea Thompson (esta es la primera película de la madre de Marty McFly) interpretando el personaje de Kelly Ann Bukowski. Cada vez que estos personajes están en escena la película adquiere un ambiente más agradable, como si entre una toma y otra los actores estaban de fiesta y a veces soltaban sus bebidas y picadera cuando el director gritaba “acción”. Es más, hasta se puede armar una serie de televisión sobre amigos que resuelven misterios en un parque de atracciones con estos personajes y un compinche gracioso como el fantasma de un Quinn borracho o un tiburón parlanchín.
A pesar de recibir varios nominaciones en la edición de 1983 de los Premios Golden Raspberry en las categorías de Peor película, Peor actor de reparto para Louis Gossett, Jr, Peor director para Joe Alves, Peor guion para Richard Matheson y Peor nueva estrella para los delfines los delfines Cindy y Sandy, esta producción no ha recibido ningún reconocimiento, ni si quiera es reconocida como la peor película de la franquicia (y tampoco hablaremos de esa %^&$#). Aunque sí hay que mencionar la disputa que tuvo con “L’ultimo squalo”, una película italiana peor y más graciosa en cada sentido posible que trató de mercadearse en Estados Unidos como «Jaws 3» (aunque es una copia de la primera «Jaws») dos años antes del estreno de este filme. Por eso le agregaron el 3-D al título de esta producción, para evitar que el público se confunda entre dos películas malas.
De todas formas, “Jaws 3-D” es una película increíblemente mala pero que si se ve en un determinado contexto, como el de la nostalgia, puede ser muy divertida, especialmente si se ve acompañado de amigos que quieren reírse.