Cada vez que voy al cine a ver una película de Pedro Almodóvar, automáticamente mi mente se predispone a ver una obra con un alto nivel de calidad que me dejará perplejo, sin importar que me guste o no. Eso quizás no es justo, porque una película no solo se debe de juzgar por el apellido de su director, pero eso no evitó que fuera a ver “Julieta” con la expectativa de que en cualquier momento ocurriría algún acontecimiento insólito o que surgiría algún elemento inaudito simplemente porque se trata de una producción de ese gran cineasta español. A pesar de que para mí esas expectativos no se cumplieron, hay que reconocer que el valor de esta obra.
Dirigida y escrita por Almodóvar, este filme cuenta es la historia de Julieta, quien vive en Madrid pero está a punto de mudarse a Portugal con su novio, Lorenzo. Aún así, después de un encuentro casual con una vieja amistad, ella decide quedarse para enfrentarse a los acontecimientos que han desfigurado su vida y que destrozaron su corazón.
Aunque este es el vigésimo filme de Almodóvar, también es la tercera película que el director adapta de un material preexistente, las dos primeras son “Carne Trémula” y “La piel que habito”. En el caso de “Julieta”, se trata de una obra está inspirada en tres relatos de la escritora canadiense Alice Munro: “Destino”, “Pronto” y “Silencio”, que están incluidos en su libro “Escapada”.
La película narra la vida de Julieta desde 1985 hasta el 2015 y está dividida en dos períodos de tiempo, su juventud, en la que es interpretada por la actriz Adriana Ugarte, y su madurez, donde es encarnada por Emma Suarez. La transición entre las dos etapas de Julieta se maneja de una manera eficaz y simple, también es uno de los usos más magistrales en el cine de una toalla como herramienta narrativa. Aunque el resto del elenco hace un buen trabajo, estas actrices logran excelentes interpretaciones y están entre los puntos más sobresalientes de la película. Tanto Ugarte como Suarez logran encarnar a un ser humano en distintos puntos de su existencia a la vez que trazan fuertes y diversas emociones de la manera más sutil. Además, la edición y las puestas en escenas también están muy bien logradas. Los colores, los ángulos, la iluminación y el resto de los aspectos visuales están muy bien logrados y a excepción de algunas tomas que se notaban que tenían efectos especiales, visualmente la película es elegante.
Con “Julieta”, el cineasta español regresa al drama o “cine de mujeres”, el cual no ha tratado desde “Volver”. Es verdad que me pasé la película entera esperando un guión que me volvería loco por su complejidad, un giro en la trama que me daría a entender que esta película va más allá del género del melodrama, o que en cualquier momento algún personaje revelaría un secreto que me haría ver el resto del filme con otros ojos. Aunque sí hay revelaciones, no son de ese tipo. El filme es muy ingenioso y delicado en la manera que, a través de Julieta, refleja el dolor que puede causar el abandono, el sentimiento de culpa y el silencio. Aquí no hay sobreactuaciones, exageraciones ni nada por el estilo. Almodóvar desarrolla este relato con moderación, pero eso no quiere decir que sea una historia que carezca de matices y detalles.
Aunque no sea la obra más sobresaliente de la filmografía de Almodóvar, sigue siendo un buen drama. Es decir que, no importa si es un fan de este gran director o no, lo importante es ver esta película sin ningún tipo de prejuicios ni expectativas, porque, además de ser un buen filme con excelentes actuaciones, es un buen intermedio de cine de autor entre los grandes estrenos de los blockbusters de verano.