Es increíble como el tiempo y la nostalgia pueden influir en la apreciación de una película. Por ejemplo, MODERN PROBLEMS es un filme que recuerdo haber visto por partes durante mi niñez, pero no recordaba de qué trataba o si era buena o mala, solo que era protagonizada por Chevy Chase, que contaba con elementos fantásticos y un humor exagerado. Hace unos días tuve la oportunidad de volver a ver esa película escrita y dirigida por Ken Shapiro y protagonizada por Chevy Chase, Patti D’Arbanville, Dabney Coleman y Brian Doyle-Murray, pero esa fue la por primera vez que la vi completa de principio a fin y definitivamente no era lo que me esperaba.
Esta es la historia de Max Fiedler (Chevy Chase), controlador de tráfico aéreo que está descontento con su carrera y su vida en general, pero todo empeora cuando es abandonado por su novia Darcy (Patti D’Arbanville) por ser un hombre celoso y posesivo. Max está empeñado en tratar de recuperarla cuando entra en contacto con desechos nucleares y obtiene el poder de la telequinesis, habilidad que ahora usará para volver con Darcy y obtener un poco de venganza con quienes lo han maltratado. Todo se complica cuando él se encuentra en una casa de playa con Darcy, su exesposa, un amigo de bachillerato, un escritor mujeriego y una sacerdotisa vudú.
Este es el se segundo filme escrito y dirigido por el cineasta y actor Ken Shapiro después de THE GROOVE TUBE, pero también fue su última producción (quizás después de ver el producto final se vio obligado a reevaluar su vida). De todas formas, describir MODER PROBLEMS no es una tarea simple porque parece que los creadores de esta producción improvisaron mucho a la hora de armar el guion, un detalle muy similar a las películas de Godzilla de las décadas de los 60 y 70, pero, al describir este filme en una entrevista, Shapiro dijo que era como una producción de Disney para adultos, pero mezclada con la película de terror CARRIE y la comedia romántica ANNIE HALL. Esto se nota no solo porque la estructura de la trama es muy similar a las producciones de Disney de antaño protagonizadas por Dean Jones o Kurt Russell, sino también por la manera en la que manejan los detalles más fantásticos de la historia y el desarrollo de las distintas relaciones entre los personajes. Asimismo, se trata de una comedia de los 80, es decir que utiliza un humor vulgar, crudo, con unos estereotipos ofensivos y que no es apto para todo público, pero sin el encanto ni creatividad de sus contemporáneos de ese entonces. Lo más extraño es que, con un leve trabajo de edición y con una banda sonora diferente, está fácilmente pudo haber sido una película de terror.
Cuando la película inicia se ve se ve al personaje principal como una típica y agradable persona lidiando con distintos y exagerados inconvenientes de una vida cotidiana, pero poco a poco la película deja caer pistas que revelan que Max es un individuo perturbado, inseguro y que también tiene serios problemas de celos con relación a su novia. Es tanto así que una de las traducciones del nombre de la película es “El poder de los celos” …
En fin, a lo largo del filme vemos como Max intenta controlar sus nuevos poderes a la vez que trata de manipular la vida de su novia a través de ciertas “travesuras” que en otras películas pueden ser momentos humorísticos, pero que aquí consisten en maldades que tienen un impacto negativo en la profesión y reputación de varias personas y que, en algunos casos, también ponen sus vidas en peligro…
Otra vez, en fin, a pesar de que en gran parte de esta película predominan elementos más relacionados a la fantasía o la ciencia ficción, o sea, poderes causados por tener contacto con desechos tóxicos, todo cambia en el tercer acto cuando el filme se transforma en una débil parodia de una película de terror.
En cuando a su aspecto técnico, esta producción es pasable, pero no es memorable. Algunas escenas estás muy bien logradas y en cuanto a la interpretación de la película de los poderes de telequinesis se hace un trabajo aceptable tomando en cuenta las limitaciones técnicas de la época y de presupuesto, pero en general no es nada memorable.
El elenco está compuesto tanto por actores con experiencia como personas que, en ese momento de sus carreras apenas estaban empezado, pero ya demostraban su talento para el humor. De todas formas, todos hacen un buen trabajo, pero el único que sobresale es Dabney Coleman, actor que típicamente hacía el papel del antagonista en producciones de los 80 y que aquí, a pesar de que no es una de sus mejores actuaciones, protagoniza algunos de los momentos más graciosos de la película interpretando a un excéntrico y desagradable escritor que se cree el centro del universo.
El poder ver MODERN PROBLEMS sin interrupciones por primera vez ha sido una experiencia muy extraña, pero entretenida. Aun así, definitivamente no es una película que le recomendaría a todo el mundo. No es la típica comedia oscura de los 80, pero quizás sea una opción interesante para aquellos que quieran ver un ejemplo del cine que se hacía en aquel entonces o que estén motivados por la nostalgia o que simplemente sientas una morbosa curiosidad por presenciar este insólito accidente cinematográfico.