Me encanta poder ir al cine y ver una película que me ayude a escapar de mi rutina diaria. Usualmente esto implica un filme de acción, pero de vez en cuando tengo la oportunidad de ver una producción que va más allá de las aspiraciones del cine comercial y ofrece al público una experiencia cinematográfica diferente. Este fue el caso de PAULINA, un filme argentino que, como cualquier gran obra de arte, reta al espectador a pensar.
Paulina (Dolores Fonzi) es una joven abogada con una prometedora carrera en Buenos Aires que elige regresar a su ciudad natal para dedicarse a la actividad social. Esta decisión va en contra de los consejos de su padre, Fernando (Oscar Martínez), quien es un reconocido juez progresista. Paulina empieza a trabajar en un proyecto del Ministerio de Desarrollo Social para la formación y defensa de los derechos humanos en zonas humildes de la periferia de la ciudad. Tras la segunda semana de trabajo es interceptada y atacada por una patota, un evento traumático que pone a prueba sus convicciones y creencias personales.
Este filme, originalmente titulado LA PATOTA, es una adaptación de una película del mismo nombre que fue estrenada en 1960 y dirigida por Daniel Tinayre. Aún así, este nueva versión deja a un lado los elementos religiosos de la producción original para tratar temas sociales, políticos y de violencia de género. Asimismo, entre los galardones internacionales que ha recibido PAULINA está el premio principal de la semana de la crítica en la 68ª edición del Festival de Cannes, también ganó el premio FIPRESCI de la crítica internacional y fue reconocida con varios galardones en el Festival de San Sebastián.
Lo primero que hay que resaltar son las actuaciones de Fonzi y Martínez, no solo hacen un increíble trabajo dándole vida a personajes tan complejos, también la química entre ellos hace que casi todas las escenas que comparten sean impactantes y que estén cargadas de emoción. Sin ellos, la película no fuera lo mismo, especialmente porque el guión no dedica mucho tiempo para desarrollar los personajes secundarios, quienes a penas se sienten durante el transcurso del filme.
La historia en sí está muy bien elaborada y aquí vemos cómo los personajes lidian con situaciones que los harán reevaluar sus opiniones sobre la violencia de género, la justicia, la venganza, las diferencias de clases y otros temas. Además, contiene giros que tomarán al espectador por sorpresa, especialmente por el gran trabajo de edición que tiene esta película.
La trama no se enfoca tanto en el acto de violencia que sufre Paulina, sino le da más importancia a las repercusiones del ataque en sí y cómo afecta las convicciones del personaje principal. Este evento y la manera en que la joven abogada lidia con él causa un estancamiento en su relación con su padre y lleva a un enfrentamiento generacional y de ideologías. La manera en que ambos personajes presentan sus argumentos es un punto clave del guión. No solo muestran distintas reacciones a la misma tragedia, sino que también dejan al espectador con más preguntas que respuestas.
Eso sí, las decisiones y caminos elegidos por algunos personajes no serán del agrado de todo el público, especialmente en el caso de la protagonista. Por eso PAULINA no es un típico drama de Hollywood que pretende entregarle al espectador respuestas fáciles, sino más bien es una crítica social que lo invita a reflexionar y a que haga su propio análisis.