A pesar de que es posible que actualmente no son tan populares, el dúo de Terence Hill y Bud Spencer, también conocidos como “el gordo y el flaco”, fueron gran parte de mi niñez y ver sus películas cada vez que las presentaban en la televisión era una actividad obligatoria y definitivamente divertida. Una de las aventuras de este par de locos que más pasaban por la televisión (o por lo menos lo recuerdo así) fue “Quien tiene un amigo… tiene un tesoro” (1981) y después de tres décadas he tenido la oportunidad de volver a ver este filme. Digamos que fue una experiencia muy interesante.
En esta película vemos como Alan (Terence Hill) se mete en problemas con la mafia después de perder una apuesta en una carrera de caballos. Para salvar su vida tiene que colarse de polizón en el barco de Charlie (Bud Spencer), un marinero solitario que planear darle la vuelta al mundo como parte de una promoción de la empresa Mermelada Puffin. Alan sabotea los planes de Charlie y ambos llegan a una isla desierta en busca de un tesoro escondido por el ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora este par de “amigos” tendrán que enfrentarse a piratas, mafiosos y soldados japoneses para sobrevivir y hacerse ricos.
Esta producción fue dirigida por Sergio Corbucci, cineasta y guionista italiano que es reconocido como una de los directores más importantes del género del spaghetti western y entre sus obras más importantes están “Django” (1966) y “El gran Silencio” (1968). “Quien tiene un amigo… tiene un tesoro” es la segunda película que Corbucci filma con Spencer y Hill, pero con este último también colaboró en las producciones de “El día más corto” (1963) y “El superpoderoso” (1980).
A pesar del valor nostálgico y la conexión emocional que tengo con esta película, no puedo dejar de mencionar la baja calidad técnica en casi todos los aspectos de esta producción, desde la fotografía hasta la edición y las secuencias de acción, pero en este caso no es una cualidad muy negativa. A veces este filme parece un corto de los Tres Chiflados (pero sin los efectos de sonido) o un episodio del Show de Benny Hill o del Chapulín Colorado. Esto se nota especialmente en detalles como las coreografías de acción en las que los personajes de Hill y Spencer eliminan todos sus contrincantes a manotazos, siempre resaltando la agilidad de uno y la fuerza sobrehumana del otro. Hay otros aspectos de este filme que no han envejecido de una forma favorable, como la trama defectuosa o la banda sonora porque repiten la canción “Movin’ Cruisin’” durante casi la película completa y aunque al principio es agradable, después de los primeros diez minutos se vuelve algo tedioso.
Otra característica que se ha vuelto problemática con el paso del tiempo es la forma que en esta película se representa a los “indígenas” que viven en la supuesta isla desierta. Aunque se nota que esto no fue hecho con malas intenciones, no deja de dar esgrima (y mientras menos hablemos de los “piratas”, mejor).
Uno de los puntos más interesantes de “Quien tiene un amigo… tiene un tesoro” es Kamasuka, el soldado japonés que vive en la isla desierta y que no sabe que la guerra ha terminado. Este personaje es encarnado por John Fujioka, el actor que en 1985 participó en la película “American Ninja” interpretando el personaje de Shinyuki, un soldado japonés de la Segunda Guerra Mundial que vive en una isla desierta y que entrenó a un huérfano para convertirlo en un ninja. Hay demasiadas similitudes entre ambos personajes para decir que es una coincidencia, así que simplemente asumiré que “American Ninja” es un spin-off de “Quien tiene un amigo… tiene un tesoro”. En otras palabras, se puede decir que este es un universo cinematográfico en el que los personajes de Terence Hill y Bud Spencer son dos maestros ninja.
En realidad, la esencia de este filme se puede resumir en la química entre Hill y Spencer, la cual se mantiene tan fresca como siempre a pesar de que “Quien tiene un amigo… tiene un tesoro” es la catorceava colaboración entre ellos. Además, no está demás mencionar que en cada ocasión interpretan personajes muy similares. Mientras Hill le da vida a individuo que parece una mezcla entre Bugs Bunny, Carey Mahoney de Police Academy y el típico vaquero de un spaghetti western; Spencer siempre es una combinación entre Dirty Harry y Bluto (el enemigo de Popeye), pero con el sentido del humor de Bill Murray. Normalmente el personaje de Hill trata de tomarle el pelo al personaje de Spencer y este último siempre está tratando de darle al primero su merecido, y lo que resulta es una relación similar a la Moe, Larry y Curly, pero más “cool”.
“Quien tiene un amigo… tiene un tesoro” no solo es una reliquia de una época distinta del cine y el entretenimiento, también es otra oportunidad para ver una de las duplas más simpáticas de la gran pantalla y, a pesar de sus desaciertos, sigue siendo una película muy divertida.