En realidad él era el mejor del mundo. Recientemente el extraordinario Muhammad Ali murió a los 74 años debido a graves complicaciones respiratorias. Considerado como el Deportista del Siglo XX, el Rey del Boxeo, entre otros títulos, la carrera de Ali está repleta de victorias, reconocimientos, algunos acontecimientos históricos y una impresionante cantidad de peleas legendarias, pero una de sus confrontaciones más épicas ocurrió en las páginas de un cómic, cuando el boxeador de Louisville, Kentucky se enfrentó al último hijo de Kryton, Superman.
SUPERMAN VS MUHAMMAD ALI fue publicada (después de intensas negociaciones con Ali) en 1978 por DC Comics en una edición especial de 75 páginas y con un formato mucho mayor que un cómic normal. La historia en sí fue escrita y dibujada por Dennis O’Neil y Neal Adams, dos artistas transcendentales del universo de los cómics.
El conflicto inicia cuando Rat’Lar, el emperador de la raza extraterrestre los Scrubb, amenaza con invadir la Tierra al menos que el mejor peleador de los humanos se enfrente al mejor guerrero de los alienígenas. Los terrícolas deben de ganan ese enfrentamiento o sino la Tierra será conquistada. Superman se ofrece como la opción obvia, pero Ali dice que como Kal-El proviene de Kripton, el boxeador es el campeón ideal para defender el planeta. Rat’Lar ordena que se realice un combate preliminar entre los dos héroes en Bodace, planeta de los Scrubb y un ambiente que neutraliza los poderes del kriptoniano. Como es de esperar, Ali vence a Superman y pasa a la pelea final con Hun Ya, el campeón de los Scrubb, pero no todo es lo que parece y para salvar la Tierra ambos héroes tendrán que dar lo mejor de sí.
Aunque en el 2010 esta historia se reedito como una novela gráfica que está disponible en Amazon, la versión que tengo en casa es la edición mexicana de este cómic y ha estado en mis manos desde la década de los 80 (en la década anterior le perteneció a mi hermano mayor), es una verdadera reliquia familiar y a pesar del paso del tiempo y el maltrato causado por ser leído innumerables veces por varios niños (a una página le falta una esquina), sigue siendo uno de mis cómics favoritos, especialmente porque fue gracias a este gigante (en realidad es inmenso) y a la serie animada basada en el antiguo campeón del mundo, que me enteré de Muhammad Ali por primera vez.
A pesar de que el texto traducido a veces entorpece el ritmo de la lectura, este cómic es todo un clásico. Esta es una historia que sobresalta la grandeza de ambos campeones, porque tanto Ali como Superman tienen momentos en los que muestran por qué son los mejores. Además de su destreza como boxeador, aquí también vemos el vertiginoso ingenio de Ali al igual que su costumbre de insultar sus oponentes y predecir en qué round los vencerá. En cuanto a Superman, recuerden que en aquel entonces el Hombre de Acero era tan poderoso que podía mover planetas y viajar en el tiempo, pero aquí no solo vemos utilizar sus poderes, también demuestra que aun cuando no pueda contar con ellos, no deja de ser un héroe. O’Neil y Adams hacen un gran trabajo aquí, especialmente con el arte. La composición de las viñetas, el flujo de las escenas de acción, las expresiones de los personajes, todo es perfecto. Lo único que no ha envejecido muy bien es el vestuario de Rat’Lar y los Scrubb. No soy un experto de moda pero en la mayoría de los casos parece que Adams recién había visto Saturday Night Fever antes de diseñarlos.
Otro detalle interesante de este cómic es su portada. Originalmente, Joe Kubert, otro maestro del medio de los cómics, iba a ser el ilustrador de esta fachada, pero el equipo editorial no aprobó su diseño y contrataron a Adams para que también haga este trabajo. La ilustración final tiene el formato de un poster e incluye la presencia de figuras públicas de la época entre los espectadores que están presenciando la pelea. Si se fijan bien podrán ver a Pelé, Andy Warhol, The Jackson 5, The Beatles, Frank Sinatra, Christopher Reeve, John Wayne, Batman, Ron Howard, Woody Allen y muchos otros.
Este no solo es un gran cómic, también sirve como otro recuerdo de la grandeza de Muhammad Ali, pero quien mejor que Billy Crystal, uno de los mejores amigos del campeón, para recordarnos qué tan especial era esta persona y la importancia de su legado.