La fantasía siempre ha sido uno de mis géneros favoritos, ya sea en el cine, la televisión, los cómics o cualquier otro medio. De vez en cuando aparece una saga que se convierte en mi nueva obsesión porque hace que se disparen todos los cilindros del motor de mi imaginación, pero por otro lado, cada cierto tiempo me encuentro con una historia que hace todo lo contrario. Este ha sido el caso de THE LETTER FOR THE KING, serie de seis episodios que se siente como si NICKELODEON tratara de hacer su propia versión de GAME OF THRONES.
En este show conocemos a Tiuri (Amir Wilson), un escudero adolescente e inepto en víspera de hacer realidad su sueño de convertirse en caballero y así lograr que su padre adoptivo se sienta orgulloso de él. La vida del joven cambia para siempre cuando decide ayudar a un desconocido, acto que lo involucra con una peligrosa misión a través de los tres reinos para entregar una carta secreta al Rey. Ahora el destino de este mundo depende de que Tiuri cumpla su misión.
Este show es una adaptación de una reconocida novela del mismo nombre publicada en 1962 y que fue escrita por la autora neerlandesa Tonke Dragt. La primera adaptación de esta historia fue una película holandesa que se estrenó en el 2008, pero hasta ahí llega su relación con el show de Netflix. Esta serie que tiene como creador y productor ejecutivo a William Davies, mejor conocido por haber sido guionista de películas como “Johnny English Strikes Again” (2018), “Stop! Or My Mom Will Shoot” (1992) y “Twins” (1988). También ha trabajado en el guion de producciones animadas como “How to Train Your Dragon” (2010) y Flushed Away (2006) y ha participado como productor de otraspelículas y producciones creadas para televisión.
A pesar de que la serie se filmó en exóticas locaciones cuya belleza se logra capturar con un decente trabajo de dirección de fotografía, los limites del presupuesto de esta producción se notan en otros detalles como el vestuario y maquillaje de muchos personajes. Es decir, no es que están tan mal que distraen la atención del espectador, pero en ocasiones parece que alguien dejó que unos cosplayers se infiltraran en la filmación de varias escenas. Asimismo, la coreografía de las secuencias de acción no es fatal, pero tampoco es muy buena. Peor aún, nos tratan de engañar con movimientos rápidos de cámara y “trucos” de edición, pero si uno se toma el tiempo para fijarse bien en lo que está ocurriendo en la pantalla, se pierde la ilusión de la pelea. Tenemos una situación similar con los efectos visuales, pero no es tan grave.
En cuanto a la historia en sí, el hecho de que solo tiene 6 capítulos es un factor a favor y en contra de la serie. Mientras que algunas secuencias reciben más atención de la que merecen, algunas escenas y situaciones que debieran de tener un impacto en la evolución de un personaje son ignorados hasta que se mencionan con una frase y entonces son olvidados por completo. También existen escenas forzadas que no tienen sentido y solo sirven como una excusa para justificar el camino que los guionistas quieren que tome la historia. Eso sí, hay por lo menos dos giros en el guion que se pueden considerar sorpresas muy interesantes, pero solo una de ellas recibe el desarrollo que merece (más o menos).
Los desaciertos del guion también se notan en el desarrollo de los personajes, especialmente en la forman que trabajan al protagonista, Tiuri. Es increíble como este chico carece de personalidad, motivación y carisma durante casi toda la serie. Mientras eventos trágicos y fantásticos ocurren a su alrededor, su reacción más recurrente es quedarse tieso como una tabla hasta que otra persona (o caballo) le dice qué hacer o lo obliga a tomar acción. En cuanto a los otros personajes, apenas son más que una colección de estereotipos y características obvias.
Al final de cuentas THE LETTER FOR THE KING es una producción que intenta ser una épica aventura de fantasía, pero parece más una versión barata del Señor de los Anillos. Su mayor ventaja es que tiene pocos capítulos de alrededor de 40 minutos de duración, así que se puede ver rápido y no es tan desagradable. Es una de esas series que se pueden ver cuando no hay más nada que hacer o si necesita escuchar algo mientras se friegan los trastes.