Es interesante cuando en el cine dominicano se retoma un género comercial como la comedia, pero agregando un elemento distinto. Este es el caso de TODOS LOS HOMBRES SON IGUALES, el cual no solo es un remake de una comedia española adaptada a la cultura dominicana, también cuenta con la participación de Manuel Gómez Pereira, el director de la versión original. El resultado final es un híbrido muy peculiar que, a pesar de tener algunos momentos muy divertidos, no encuentra un ritmo convincente.
Joaquín (Christian Meier), Manolo (Frank Perozo) y Juan Luís (Mike Amigorena) son tres hombres divorciados que se conocen durante un vuelo a la República Dominicana y descubren que están viviendo situaciones sentimentales similares: los tres se están divorciando. Estos nuevos amigos deciden mudarse juntos y establecen una serie de normas para apoyar su vida como nuevos solteros, aunque sus actitudes machistas complican sus relaciones con sus ex esposas. Aún así, todo cambia cuando tratan de seducir a Yoly (Nashla Bogaert), su ama de llaves.
Lo mejor que tiene que ofrecer esta película es su elenco. Hay muy buena química entre los actores principales, y tanto Bogaert como Meier y Amigorena hacen un muy buen trabajo, pero es Perozo el que se destaca con su graciosa interpretación de Manolo. El resto del elenco también hace un buen trabajo, aunque en la mayoría de los casos están limitados por otros detalles que mencionaré más adelante.
El aspecto visual de la película está muy bien en cuanto a la dirección de arte y la edición, pero la fotografía, aunque no está mal, tampoco sobresale. Eso sí, la animación de la secuencia que le da inicio a la película también está muy bien realizada.
Se supone que TODOS LOS HOMBRES SON IGUALES es una comedia pero, aunque cuenta con un buen equipo y sí hay varios momentos que causan mucha risa, sus mayores debilidades son el guión y la manera en que desarrolla a sus personas. Ah, y no olvidemos el machismo desenfrenado.
Por un lado el guión tiene problemas de estructura y de ritmo, no solo porque el filme a veces se siente más como una colección de escenas que no van a ninguna parte y se siente que pasa una eternidad antes de que la trama en realidad despegue. Por otro lado no hay una evolución visible en ninguno de los personajes, todos parecen que terminan la película de la misma forma en que la iniciaron (o por lo menos la mayoría, pero aquí no habrán spoilers). El guión tampoco convence en cuanto al desarrollo de la relación principal, parece que dos personajes quedan juntos porque sí, aunque no tenga sentido ni buenas implicaciones para el futuro de la mujer en esta pareja.
Otro gran problema del filme es que gran parte del humor de la obra original no ha sido adaptado adecuadamente a las sensibilidades de un público moderno. Por ejemplo, el comentario que hice unos párrafos atrás sobre el “machismo desenfrenado”. Esta película se esfuerza por mostrar el comportamiento misógino, irresponsable y abusivo de sus tres personajes principales como algo gracioso y aceptable, pero peor aún, en ningún momento parece que ellos aprenden que su forma de ser está mal ni tratan de cambiar. ¿Y las mujeres del filme? En muchas ocasiones tratan de presentarlas como seres irracionales, vengativos o con deseos de hacerle daño a alguno de los protagonistas, pero en la mayoría de los casos estos comportamientos son reacciones a los abusos de los hombres. Excepto que en el filme no lo presentan de esa manera.
A pesar de sus problemas con el guión (y que a veces parece una celebración a la misoginia), TODOS LOS HOMBRES SON IGUALES es una película con un elenco agradable y es una comedia pasable.